Los incendios forestales tienen significativa ocurrencia en el Perú. Sean bosques de Lambayeque, Cajamarca o Piura, por ejemplo, ellos alguna vez han sufrido esas eventualidades. Según el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado, el 95% de las ocurrencias fueron consecuencia de actividades humanas en esas regiones peruanas.
No todos los incendios forestales son iguales, explica la Consejería del Medio Rural y Pesca de Asturias. Según la forma de propagarse el fuego pueden ser:
- Los que se propagan por la superficie del suelo quemando el matorral y la vegetación de poca altura y restos secos de los árboles como los troncos, las ramas caídas y la hojarasca.
- Los que se propagan a través de las copas de los árboles. Estos incendios son los más difíciles de apagar. Muchos incendios de este tipo comienzan en la superficie y se expanden a las copas de los árboles cuando el sotobosque y los restos muertos de vegetación son muy abundantes.
- Los que avanzan quemando la materia orgánica y las raíces existentes por debajo de la superficie del suelo. Son fuegos lentos y casi no desprenden humo, por lo que son difíciles de detectar y de apagar. Estos incendios son los que provocan que aunque aparentemente el fuego esté apagado porque ya no se ven llamas, el fuego vuelva a revivir en algún punto porque las llamas corrían por debajo de la superficie del suelo.
No toda la vegetación quema de la misma manera ni con la misma facilidad. Existen tipos de plantas y árboles que queman con mucha facilidad y otros que son más resistentes al fuego.
La naturaleza ha creado mecanismos para hacer las plantas más resistentes al fuego, y estas son las que de manera natural se encuentran en los territorios donde se pueden producir incendios. Además dentro de una misma especie vegetal no todas las partes queman por igual, las hojas y las ramas pequeñas queman más fácilmente que los troncos y las ramas gruesas.
La capacidad de regeneración de las distintas especies tras un incendio también es muy variable. Hay especies que rebrotan con mucha facilidad, como los pinos y otras especies que se recuperan muy lentamente, como los robles.
Los troncos de los árboles, las ramas gruesas y matorrales grandes arden más difícilmente y cuando el fuego está más avanzado.
Las ramas secas, las hojas, la hojarasca del suelo, los helechos y las pequeñas plantas, son los combustibles que queman con mayor facilidad. Normalmente, estos son los materiales que originan los incendios.
Dentro de un incendio forestal pueden diferenciarse diversas partes, para lo cual se emplea una terminología específica que es usada de forma habitual en las labores de extinción, señala el Ministerio del Medio Ambiente de España. De forma resumida, en un incendio forestal se puede distinguir entre:
- Borde: es la zona donde se aprecian las llamas más grandes y en la que está la línea de avance del incendio en todas direcciones.
- Frente: es la zona de borde en la que, debido al viento, el fuego avanza con mayor rapidez y donde se producen las llamas más altas e intensas.
- Flancos: son las zonas en las que el viento incide de forma lateral al sentido del avance del fuego. En ellas el fuego avanza más lentamente y las llamas tienen menor intensidad.
- Cola: es la zona donde menos progresa el incendio, generalmente porque se encuentra en contra del viento dominante.
- Focos secundarios: son zonas de propagación del incendio más allá del foco principal. Su origen puede estar en la caída de pavesas o material incandescente transportado por las corrientes de aire caliente.
- Lenguas: normalmente el borde de un incendio no es regular. Las lenguas o dedos son las zonas de mayor intensidad del avance del fuego.
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