La construcción de infraestructura no es solo una apuesta por el desarrollo económico. Es también una responsabilidad con las vidas humanas que hacen posible cada metro de túnel, cada estación, cada cimiento. Y en ese terreno, la seguridad no es negociable.
Así lo demuestra el ingeniero Luis Díaz García, quien lidera el área de Seguridad y Salud en el Trabajo en la Línea 2 del Metro de Lima, una obra de más de 27 estaciones, 50 frentes activos y más de 4,500 trabajadores. En una charla SSOMA, Díaz compartió su experiencia en un escenario que condensa todos los desafíos de un megaproyecto moderno.
Infraestructura y riesgo: un binomio inevitable
Según cifras de la OIT, cada 15 segundos muere un trabajador en el mundo por causas laborales. En Perú, solo en 2023, se registraron más de 400 muertes en accidentes de trabajo, 18 de ellas en construcción. La realidad es cruda: cada grúa, cada izaje, cada zanja mal planificada, puede marcar la diferencia entre la vida y la tragedia.
Díaz lo resume así: «Construcción es sinónimo de alto riesgo. Trabajamos con toneladas de maquinaria, en alturas, bajo tierra, en condiciones cambiantes. Por eso, la prevención no puede improvisarse.»
El caso Metro de Lima: complejidad técnica y enfoque humano
La Línea 2 no es solo una megaobra de transporte: es también un laboratorio vivo de prevención aplicada. En este proyecto se ha implementado un Programa de Control de Riesgos Críticos y 10 Reglas Fundamentales por la Vida, centrado en los principales focos de peligro:
• Trabajos en altura • Excavaciones profundas • Operaciones con grúas e izajes • Espacios confinados • Riesgos eléctricos • Sustancias inflamables • Uso de maquinaria pesada • Señalización y orden • Equipos manuales • Procedimientos de bloqueo y etiquetado
Este enfoque permitió reducir a cero los accidentes en zanjas y excavaciones entre 2019 y 2024, y disminuir en 92% los incidentes críticos en el primer trimestre de 2024.
Claves del éxito: liderazgo visible y cultura preventiva
Uno de los mayores aportes de Díaz es su insistencia en que la prevención va más allá de los manuales:
«Puedes tener el mejor sistema, pero si la dirección no cree en la prevención, nada funciona. Y si el prevencionista no tiene habilidades blandas, tampoco.»
En un entorno donde conviven más de 50 contratistas y culturas organizacionales diversas, el liderazgo visible es fundamental. Supervisores y jefes deben estar en campo, dar el ejemplo, escuchar y actuar. No basta con sancionar; hay que formar, explicar y convencer.
Tecnología y planificación: pilares de la seguridad moderna
En el Metro de Lima, la prevención se apoya en herramientas como:
• ATS dinámicos adaptados al entorno cambiante de obra • Sistemas QR para consultar protocolos en tiempo real • Capacitaciones lúdicas para mantener el interés del personal • Monitoreos ambientales constantes (ruido, polvo, estrés térmico) • Andamios certificados, señalización digital y barreras duras en zonas de alto riesgo
La filosofía es clara: cada decisión de prevención debe pensarse desde el diseño, no como parche de emergencia.
Enseñanzas para otros proyectos
Díaz deja lecciones aplicables a cualquier obra, grande o pequeña:
- La prevención comienza con el presupuesto: recortar seguridad hoy, cuesta vidas mañana.
- El área de seguridad no trabaja sola: producción y prevención deben estar integradas.
- Las habilidades blandas son esenciales: saber comunicar, mediar y convencer es tan importante como saber normativas.
- El conocimiento del personal es clave: conocer al trabajador, su cultura y sus motivaciones permite anticiparse al error.
- Documentar no es burocracia, es evidencia: cuando hay un incidente, los papeles salvan más que culpas.
La Línea 2 del Metro de Lima avanza con tecnología, planificación y rigor. Pero su verdadero mérito, como afirma el ingeniero Díaz, es otro: «Nuestra mejor obra es que cada trabajador vuelva sano a casa.» Porque construir país no es solo levantar concreto: es hacerlo sin que nadie quede atrás.
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