Comprender el comportamiento humano en situaciones de emergencia o desastre cobra mayor importancia debido a que el impacto psicológico, en muchos casos, es más duradero que el impacto físico.
Su comprensión depende en gran medida de la forma como conceptualicemos la conducta humana. Para ello, es necesario definirlo como la síntesis de nuestros conocimientos, sentimientos y reacciones que expresamos y manifestamos acorde a un modelo conductual, que cada día se enriquece con nuestras experiencias, aprendizajes, estímulos que recibimos, los que se traducirán en respuestas, individualmente expresadas por características propias de nuestro organismo.
Entendida la conducta bajo este enfoque es posible, reforzar o modificar actitudes y reacciones en situaciones de desastres, máxime si estos generan consecuencias físicas, sociales y psicológicas que se manifiestan en diversos grados en las personas, las familias, las comunidades y las culturas.
A las consecuencias de tipo emocional que se derivan de la desorganización social y física de una comunidad destruida por un desastre natural, Erikson (1976) les ha llamado “Segundo desastre” porque sus secuelas duran mucho y puede llegar a interferir con el desarrollo socioeconómico posterior.
La preparación
Juega un rol importante en la futura conducta de las personas en el momento del impacto del desastre, si se ha participado en simulacros, en cursos y conferencias de normas de protección para el hogar y el trabajo, se estará lo suficientemente sensibilizado para saber qué hacer en el momento requerido y, por consiguiente, la finalidad principal de los simulacros desde un punto de vista psicológico –según Richtsmeier y Miller (1985)- es aumentar la conciencia de peligro, facilitar la desensibilización psicológica, incrementar la confianza en las capacidades de actuar y de afrontar la situación y disminuir la incidencia y la magnitud de reacciones psicológicas negativas.
La advertencia
Mileti y Sorensen (1990) manifiestan que en la etapa de advertencia se da una serie de pasos de tipo cognoscitivos y comportamentales que siguen aproximadamente la siguiente secuencia:
- Escuchar la advertencia.
- Entender el contenido del mensaje.
- Tener fe en que la advertencia es creíble y exacta.
- Personalizar la advertencia con uno mismo.
- Confirmar que la advertencia es verdadera y que otros están prestando atención.
- Responder tomándose las medidas de protección.
- Los mismos autores señalan que las personas rara vez responden de manera inmediata en cuanto escuchan una advertencia a no ser que el peligro sea evidente. De la misma forma, no todas las personas siguen ciegamente las indicaciones que se les imparten.
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