El Ministerio de Producción y Trabajo de Argentina publicó una guía de actuación y diagnóstico de enfermedades profesionales sobre el cáncer cutáneo ocupacional, que actualmente se relaciona con mayor prevalencia a la exposición de radiaciones ultravioletas por actividades al aire libre. Veamos cuáles son los estándares mínimos para la prevención de este mal silencioso en la salud de los trabajadores.
La primera línea de prevención son las medidas técnicas y organizacionales. Es así como los empleadores deben considerar el techado de los sitios de trabajo permanente al aire libre, por ejemplo, las cabinas de peaje, así como el uso de paneles de sombra móviles y cristales absorbentes de luz solar en vehículos.
También debe considerarse la provisión de sitios de sombra o interiores para los descansos y evitar las actividades al aire libre durante la luz solar del mediodía.
La segunda línea de prevención es la protección personal a través de equipo especializado y según la exposición del personal. Los anteojos oscuros para la protección solar es parte de la solución, así como la ropa de mangas largas y pantalones largos con protección solar, y sombreros con visera anterior y protector del cuello. También deben considerarse los protectores solares en todas las áreas no cubiertas con protección UVA y UVB (FSP+50UVA-PF>1/3FSP) que sea fáciles de aplicar y que no irriten ni piel ni ojos.
Ambos frentes de acción pueden ser potenciados con programas educacionales con contenidos de salud, higiene y seguridad laboral para que sean implementados en la currícula de las academias de formación profesional y en los sitios de trabajo de forma regular. Asimismo, sirven para la prevención secundaria o terciaria en reuniones grupales de protección cutánea específica para favorecer cambios conductuales así como la implementación individual de buenas prácticas de higiene.
Por último, la accesibilidad a expertos ofrece mayor información sobre cómo atender el riesgo que, según la actividad laboral, resulta difícil de evitar. Dermatólogos, laboralistas u otros profesionales entrenados en enfermedades cutáneas ocupacionales deberían estar disponibles para asesoramiento y examen pre-ocupacional o en las escuelas de formación profesional, sobre todo en los grupos de alto riesgo. Los mismos expertos podrán también asesorar a los empleadores para diagnóstico temprano y prevención de cronicidad.
Puedes leer la guía completa en este enlace.
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