La COVID-19 no ha afectado por igual a todos los trabajadores en el mercado internacional. Un estudio publicado por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (OSHA-Europa) exhibe los riesgos desproporcionados a los que se enfrentan los trabajadores migrantes, que ya son los más vulnerables dentro de la población activa europea.
Además del posible contagio del SARS-CoV-2 en ambientes laborales pocos seguros, los trabajadores migrantes también están expuestos a los trastornos musculoesqueléticos (TME). «Es posible que los migrantes indocumentados, los trabajadores migrantes de la salud y el cuidado y los migrantes alojados en campamentos y complejos laborales se hayan visto especialmente afectados», precisa el informe de la OIT.
Los resultados arrojaron que, con las mismas características ocupacionales, la prevalencia de alto riesgo de exposición al COVID-19 es mayor entre los trabajadores migrantes que entre los trabajadores nativos europeos, siendo mayor la brecha en los trabajadores mayores de 40 años, semi o no calificados, y autónomos.
«La evidencia sugiere que las malas condiciones de trabajo, el empleo precario, el trabajo estacional, posiblemente con arreglos informales y que implican deudas con los empleadores, tienen un impacto negativo en el estado de salud y la calidad de vida de los trabajadores migrantes (…) Además, estos factores se combinan con un acceso deficiente a los servicios de atención médica y a la información sanitaria debido a las barreras del idioma, y con un derecho reducido a la cobertura de atención médica relacionada con su estado migratorio», precisa el informe.
Respecto a los TME, el índice es mayor entre los trabajadores migrantes que entre la población no migrante. Debido a la ausencia de medidas específicas implementadas para la fuerza laboral migrante, la pandemia de COVID-19 puede exacerbar aún más su vulnerabilidad.
«Es importante que los empleadores, al implementar medidas para eliminar o minimizar la exposición de los trabajadores al COVID-19, tengan en cuenta la especificidad de la fuerza laboral migrante, en particular la existencia de barreras idiomáticas», recomienda la OIT. «De hecho, el conocimiento deficiente del idioma puede afectar negativamente la aplicación de medidas colectivas e individuales y su capacidad para tomar medidas preventivas contra la COVID-19».
Puedes leer aquí el informe completo de la OIT.
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