El Ministerio de Salud de Chile publicó un protocolo de limpieza y desinfección de ambientes para reducir la tasa de contagio del COVID-19, un agente infeccioso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como pandemia. El documento está dedicado a las medidas de seguridad necesarias antes, durante y después del proceso de higiene en sitios contaminados con el virus.
El protocolo establece que, previo a la desinfección, se debe limpiar la superficie mediante la remoción de materia orgánica e inorgánica con la ayuda de detergentes. Después se enjuaga con agua para eliminar la suciedad por arrastre.
Hecho esto, empieza la desinfección de superficies ya limpias con la aplicación de productos desinfectantes a través del uso de rociadores, toallas, paños de fibra o microfibra. El ministerio aconseja mantener la instalación ventilada y usar utensilios desechables. De no ser el caso, habrá que desinfectar el utensilio después de su uso.
Respecto al compuesto químico de los desinfectantes, el protocolo recomienda el uso de hipoclorito de sodio al 0.1% (por cada litro de agua se debe agregar 20cc de cloro, lo que viene a ser cuatro cucharaditas). En caso que el hipoclorito de sodio dañe las superficies, el documento recomienda el etanol al 70%.
Las superficies que deben desinfectarse son aquellas que son manipuladas por los usuarios con alta frecuencia como las manillas, pasamanos, taza del inodoro, llaves de agua, superficies de las mesas, etc.
Los Elementos de Protección Personal (EPP) deberán ser usados por quienes realicen el trabajo de limpieza. El equipo constará, según el estatuto chileno, de pechera y guantes, ambos podrán ser desechables o reutilizables. Los guantes deberán ser impermeables y de manga larga. El retiro del EPP deberá realizarse evitando el contacto con las manos desnudas. Después del proceso, el usuario deberá lavarse las manos.
Los residuos derivados del trabajo de desinfección deberán ser entregados al servicio de recolección de residuos municipal, asegurándose de disponerlos en doble bolsa plástica resistente, evitando que su contenido pueda dispersarse durante su almacenamiento y traslado a un sitio de eliminación final autorizado.
El protocolo cierra especificando que la responsabilidad de llevar adelante estas medidas es del empleador a cargo del servicio de limpieza. Este deberá elaborar un procedimiento de trabajo seguro para evitar accidentes e capacitar al personal según las nuevas políticas de seguridad.
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