La capacitación en seguridad y salud en el trabajo (SST) busca promover mecanismos de prevención no solo para reducir riesgos laborales, accidentes o enfermedades, sino además para mejorar la productividad, señala Américo Soto, gerente general de GMS Consulting. También ayuda a proteger y preservar el ambiente y la propiedad, contribuyendo a generar economía.
Según la legislación peruana, tanto nacional como específica para cada sector productivo, la capacitación en SST se puede desarrollar en múltiples temas, como los fundamentos de seguridad, salud y ambiente, trabajos de alto riesgo, operación de maquinarias, respuesta a emergencias, rescate en sus diversas modalidades, manejo defensivo, programas de cambio actitudinal, comando de incidentes y manejo de crisis y salud ocupacional y COVID-19, entre otros.
Elaborar una línea base mediante un estudio de riesgos es fundamental, indica Arturo Barragán, OSHA Train the Trainers – General Industry – 29CFR1910/Instructor NFPA. En base a los riesgos que el estudio evalúe, analice y defina, pueden enfocarse las capacitaciones. Debería capacitarse y entrenarse a los empleados de acuerdo al nivel de riesgo identificado en el estudio.
Recién con el estudio de riesgos y la evaluación de la organización, se debe definir las actividades que se requerirán como capacitación, entrenamiento, prácticas y simulacros en un plan anual, subraya Jean Lostaunau, gerente de Operaciones de Safety Management Resources.
La elaboración del estudio de riesgos, evaluación y creación de una línea de base es fundamental. La efectividad del plan de capacitación dependerá en gran medida del cumplimiento de esos aspectos. Para un plan de capacitación efectivo, Barragán considera fundamental para preparar una línea base sólida a largo plazo que permita reducir y controlar los riesgos.
Con el mismo fin, Lostaunau especifica que las capacitaciones pueden realizarse de manera presencial, online o con una modalidad mixta, mientras que los entrenamientos que forman habilidades operacionales deben ser necesariamente presenciales.
El especialista recomienda diferenciar con claridad tres aspectos: capacitaciones, entrenamientos, y prácticas y simulacros. Aconseja evitar la aplicación de cursos «enlatados» o genéricos, y procurar que la capacitación no se trate de un cumplimento legal obligatorio, sino que se integre a la gestión de la seguridad y salud ocupacional como herramienta para la creación y fortalecimiento de una cultura de la prevención.
La capacitación en SST suele efectuarse cuando un trabajador es nuevo, durante todo el proceso de trabajo en sí, cuando se adquieren nuevos equipos y se cambian los procesos, entre otras circunstancias. La frecuencia y el tiempo de su implementación dependerá del estándar de la organización y cómo han mapeado su plan de entrenamiento, apunta Soto. Aunque advierte que, además de planificada, debe ser permanente en el tiempo.
Perfil del capacitador
Un aspecto importante es el perfil del capacitador. Las capacitaciones las debe realizar solo personal calificado como instructor o entrenador de entrenadores como requisito mínimo, dice Barragán.
La capacitación puede estar a cargo de la propia organización o una segunda parte externa como consultoras o empresas capacitadoras, agrega Soto. El elemento principal en el perfil del capacitador es el conocimiento, enfatiza, además de manejo de aula, capacidad para informar qué cosa es útil y qué le interesa a la organización, manejar los tiempos, tolerancia a la presión, empatía, liderazgo e innovación.
El capacitador tiene que ser una persona calificada, es decir, tener título, haber realizado capacitación y exámenes teórico-prácticos y demostrar su expertise en la materia, sostiene Barragán, tras incluir en el perfil del capacitador mínimo 5 años de experiencia en campo (puertos, químicos, almacenes, alimentos), calificación como «entrenador» o «instructor» y calificar en cada disciplina donde tiene experiencia.
Explica que en el curso de «entrenador de entrenadores» se egresa como entrenador general, luego se tiene que estudiar una disciplina especifica, como por ejemplo espacios confinados, bloqueo-etiquetado, primeros auxilios o materiales peligrosos.
Todos los capacitadores e instructores deben poder aplicar metodologías efectivas de educación para adultos (andragogía) y generar «sintonía emocional» en sus auditorios, ya sean presenciales o virtuales, comenta Lostaunau.
Sostiene que en el caso de capacitaciones en gestión de la SST, es preferible que sean profesionales universitarios con amplia experiencia en la materia, considerando usualmente las áreas profesionales de ingenierías y gestión empresarial.
«En el caso de capacitaciones y entrenamientos en respuesta a emergencia, se preferirán profesionales técnicos con amplia experiencia práctica en las disciplinas a impartir», complementa.
Metodologías prepandemia
Antes de la pandemia, las capacitaciones solían ser presenciales. Eran teoría y práctica, con evaluaciones y en algunos casos monitoreo y seguimiento, dice Soto.
Algunas de las metodologías de prepandemia eran la presencial y hands-on o hágalo usted mismo: no se toca al alumno, no se permite que se toquen entre alumnos, el alumno debe lograrlo y llegar a la meta.
Soto y Barragán coinciden en afirmar que las metodologías de capacitación prepandemia han tenido éxito. Muchas empresas contrataban los servicios de instructores y entrenadores internacionales calificados, con experiencia y certificaciones de entidades internacionales como ASME, ANSI u OSHA.
«Ese tipo de entrenamientos con profesionales calificados de alta experiencia en el campo y en la enseñanza lógicamente han sido exitosas, porque además las metodologías prepandemia eran el hands-on o hágalo usted mismo. Hay empresas que tienen otras buenas metodologías y deberían continuar».
Lostaunau comenta que se tuvieron que poner todas las interacciones persona a persona en suspenso debido a la pandemia, lo cual se mantuvo por casi dos años y, a medida que se retomaron los entrenamientos, se puso especial énfasis en las medidas de bioseguridad.
«En el caso de las capacitaciones, se añadió una variante adicional, que fue el desarrollo de modalidades mixtas: una cantidad limitada de asistentes participaba de manera presencial, y se compartían las ponencias y preguntas -de manera similar a una transmisión tipo podcast- con auditorios más amplios».
Contexto pandemia
Durante el contexto de la pandemia, la capacitación en SST se ha realizado de manera virtual en dos modalidades: sincrónica y asincrónica, refiere Soto. Sincrónica, cuando los estudiantes y los profesores interactúan en tiempo real; y asincrónica, cuando se comparte el curso en la nube y el estudiante lo gestiona, accediendo al contenido y a las evaluaciones.
Si bien se limitó mucho el desarrollo de entrenamientos, en los últimos dos años aumentó el flujo de participantes en capacitaciones online, principalmente en modalidad sincrónica, resalta Lostaunau.
Menciona que hubo un cambio en el paradigma de convocatoria para la participación de los trabajadores en las capacitaciones, ya que permitió realizar convocatorias masivas, mayor integración y participación, manteniendo o reduciendo el costo por participante.
Barragán tiene una mirada crítica sobre las capacitaciones en línea que se realizaron en pandemia. Menciona que existen estándares para programas en línea, el ANSI/ASSE Z490.1-2016 (criterios de prácticas de seguridad y salud en entrenamientos para personas calificadas) y el ANSI/ASSE Z490.2-2019 (prácticas para programas en línea). Ambos estándares establecen cómo construir un programa, una evaluación y un rendimiento en línea.
«Cierto número de oportunistas invirtieron dinero en plataformas (otros lo usaron gratis), pero que fueron un desastre las capacitaciones en línea, porque se entregaron programas de una hora o media hora sin ningún contexto educativo», critica Barragán.
Afirma que muchas empresas grandes de la industria transnacional se decepcionaron por los programas tan pobres que se aplicaron. Compara que en Francia se estableció que los programas en línea con instructor en vivo tenían que ser con la pantalla encendida y que el alumno debía estar todo el tiempo en la pantalla y responder a todas las preguntas cuando sea llamado.
«Estados Unidos estableció que todos los participantes con entrenador en vivo tenían que estar en la pantalla el 100% de la presentación, pero aquí nosotros aceptamos que el 99% de los participantes estuvieran con la pantalla apagada y si los llamaban ninguno contestaba, y luego de eso se les enviaba los certificados».
Cómo medirlo
Uno de los grandes desafíos en las capacitaciones virtuales es poder medir su impacto. Soto indica que finalizado un curso virtual, se le califica al alumno mediante un test o un examen; pese a que saque la mayor calificación, ello no garantiza nada pues al tiempo puede olvidarlo todo. «(El alumno) pudo haber grabado todo o pudo haber tomado foto a todo, pero eso no garantiza nada».
Hay varias métricas para estimar el impacto de la capacitación. Se puede medir por el número de alumnos matriculados, el número de abandonos o desconexiones, el número de alumnos que llegan hasta el final, cuántos completaron el curso, qué actividades no fueron completadas, la cantidad de alumnos que participan y las veces que lo hacen. «Si nadie participa quiere decir que esa capacitación está fallando», asegura Soto.
Una manera de medir el impacto es haciendo tres evaluaciones a una muestra de 10 personas que recibieron la capacitación virtual: la primera, que la persona demuestre su destreza manual verbalizada; la segunda, que prepare un plan escrito demostrando su aprendizaje; y la tercera, que apruebe un examen escrito de conocimientos teóricos, aconseja Barragán.
«Si acabo de terminar un curso en línea de seguridad en electricidad, muestro mi certificado y digo que soy una persona con conocimiento en esa especialidad, mi demostración de destreza manual sería que yo aplique bloqueo y etiquetado, cumpliendo todos los pasos del estándar».
En el caso del plan escrito, esto se haría preparando un permiso de trabajo escrito en concordancia con la NFPA70E. «Y si digo que conozco la materia tengo que aprobar el examen escrito de conocimientos teóricos con un 80%, por lo menos, de alcance positivo en las preguntas y ese examen tiene que ser basado en todos los capítulos y anexos del estándar NFPA70E. Entonces estaría calificado para certificarme», refiere Barragán.
Lostaunau añade que se puede medir el impacto de las capacitaciones mediante la medición de la asistencia comparada con campañas anteriores; evaluaciones escritas por el tema de conocimiento; encuestas de satisfacción anónimas y masivas, lo que permite recibir una retroalimentación fidedigna por los participantes; reuniones de evaluación posterior con el usuario responsable de las programaciones; y revisión a corto, mediano y largo plazo en materia de indicadores de seguridad.
Mirada a los contenidos
La Asociación Nacional de Protección Contra Incendios – NFPA, y la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional – OSHA han puesto a disposición sus estándares y normas gratuitamente. La NFPA desde hace varios años pone a disposición de forma libre sus 400 estándares.
«Esto permite incorporar a las currícula la prevención de incendios o protección contra incendios gratuitamente e incorporarlas a las clases», menciona Barragán. Lo mismo ocurre con OSHA en temas de protección contra caídas, entrada a espacios confinados con permiso requerido, bloqueo y etiquetado. Estos contenidos están a disposición de toda la gente. Es lo actualizado y vigente. No es recomendable leer normas pasadas.
Las empresas que han desarrollado mejores prácticas de capacitación se aseguran que los trabajadores asignados a las áreas operativas hayan recibido la inducción de seguridad y salud específica a los peligros y riesgo propios de su área. De igual manera, deben garantizar que los trabajadores designados a efectuar actividades críticas o usar herramientas críticas hayan sido capacitados, evaluados y autorizados.
Lostaunau refiere que, en los años de pandemia, se han incluido temas referidos a la bioseguridad, con énfasis en el COVID-19 y la protección respiratoria, descontaminación versus desinfección y la higiene ocupacional. De manera puntual, se ha incorporado capacitación en trabajo remoto, como ergonomía postural, higiene visual por el uso prolongado de pantallas de computadora y prevención del síndrome de ojo seco, prevención del síndrome de túnel carpiano, y psicología del aislamiento social.
En un contexto laboral transformado por la pandemia, la capacitación se ha ratificado como valiosa herramienta para que supervisores y trabajadores continúen contando con las capacidades que impidan la ocurrencia de accidentes y enfermedades en el trabajo.
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