En ocasión del Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre), el Dr. Jarbas Barbosa, director de la OPS/OMS para las Américas, subraya la urgente necesidad de priorizar la salud mental en el lugar de trabajo, un enfoque que debe ir más allá del bienestar individual y extenderse a cómo empleadores y trabajadores contribuyen juntos a un entorno laboral saludable y seguro.
El trabajo representa una parte significativa del tiempo de vida de las personas y es un espacio donde no solo se aportan habilidades y se generan ingresos, sino también se construyen relaciones y se encuentra significado en los roles desempeñados. Por eso, un entorno laboral negativo puede afectar gravemente la salud mental de los trabajadores, con efectos que trascienden al individuo para impactar en sus familias y compañeros.
Se estima que el 15% de la población mundial enfrenta en algún momento un problema de salud mental. La depresión y la ansiedad relacionadas con el ámbito laboral son responsables de pérdidas económicas significativas, con una reducción de productividad estimada en 12 000 millones de días laborales perdidos al año, traducidos en un impacto económico global de aproximadamente mil millones de dólares. Estos datos evidencian que la salud mental en el trabajo no es solo un asunto personal sino un reto colectivo que afecta a la economía mundial.
Diversos estudios indican que los lugares de trabajo que promueven la salud mental se asocian con una reducción del ausentismo, mejoras en la productividad y mayor satisfacción del personal. Cuando los trabajadores se sienten valorados y apoyados, no solo aumentan su creatividad y rendimiento, sino también su compromiso con la organización.
Sin embargo, en América Latina, un gran porcentaje de la fuerza laboral se encuentra en empleo informal o sin cobertura adecuada de salud mental, lo que agrava la situación. La pandemia de COVID-19 exacerbó estos desafíos, aumentando los riesgos psicosociales y resaltando la necesidad de una acción urgente.
El Dr. Barbosa hace un llamado a empleadores y actores interesados para unir esfuerzos en reducir los riesgos psicológicos en el trabajo y garantizar un apoyo rápido y adecuado a la salud mental de los trabajadores. Señala que la OPS/OMS ha desarrollado guías y estrategias específicas, como la Orientación Ocupacional para Enfermedades No Transmisibles, para apoyar a los países y organizaciones en la implementación de prácticas que protejan y promuevan la salud mental laboral.
Finalmente, Barbosa destaca que priorizar la salud mental en el lugar de trabajo debe ser un componente fundamental de cualquier política de salud pública y laboral. Se trata de construir entornos laborales saludables que brinden mayor apoyo a todos los trabajadores, promoviendo no solo su bienestar sino también impulsando la sostenibilidad y productividad de las organizaciones y economías.
Este compromiso es clave para superar una de las mayores crisis ocultas de nuestro tiempo y garantizar que la salud mental sea reconocida como un derecho y una prioridad en todos los espacios, especialmente en el trabajo.
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