Hay que seguir las instrucciones del fabricante para preparar y manipular sin riesgos los desinfectantes, usando el equipo de protección personal (EPP) adecuado para evitar la exposición química.
Al seleccionar los desinfectantes hay que tener en cuenta los microrganismos de interés, la concentración y el tiempo de contacto recomendados, la compatibilidad de los desinfectantes químicos con las superficies que se tratarán, la toxicidad, la facilidad de empleo y la estabilidad del producto.
Los desinfectantes escogidos deberán satisfacer los requisitos para la comercialización fijados por las autoridades locales, en particular cualesquiera reglas pertinentes a determinados sectores, por ejemplo, el sanitario y el alimentario.
Los productos a base de hipoclorito se presentan en forma de líquido (hipoclorito de sodio), sólido o polvo (hipoclorito de calcio). Estas presentaciones se disuelven en agua para crear una solución acuosa diluida de cloro en la que el ácido hipocloroso (HOCl) sin disociar se activa y actúa como antimicrobiano.
El hipoclorito tiene un amplio espectro de actividad antimicrobiana y es eficaz contra varios agentes patógenos comunes en distintas concentraciones. Por ejemplo, surte efecto contra los rotavirus a una concentración de 0,05% (500 partes por millón); sin embargo, son necesarias concentraciones más elevadas de 0,5% (5000 ppm) contra algunos agentes patógenos muy resistentes en los centros médicos sanitarios, como Candida auris y Clostridioides difficile.
En el marco de la COVID-19, la concentración de 0,1% (1000 ppm) es moderada e inactivará la gran mayoría de otros agentes patógenos que pueda haber en un centro de este tipo. Sin embargo, cuando en las superficies hay grandes derrames de sangre o líquidos corporales (es decir, más de unos 10 mL) se recomienda una concentración de 0,5% (5000 ppm).
La materia orgánica inactiva rápidamente el hipoclorito; por lo tanto, sea cual fuere la concentración utilizada, es importante limpiar primero a fondo las superficies con agua y jabón o detergente, cepillando o restregando. Las concentraciones elevadas de cloro pueden corroer los metales o causar irritación cutánea o de mucosas, lo que viene a sumarse a los posibles efectos secundarios relacionados con el olor del cloro para las personas sensibles a este como las que padecen asma.
Los productos comerciales de hipoclorito de sodio en diferentes concentraciones pueden conseguirse fácilmente en muchos lugares. En Europa, los Estados Unidos y el Canadá, las concentraciones de cloro en los productos comerciales varían entre 4 y 6%. La concentración puede variar asimismo en función de los reglamentos nacionales y las presentaciones de los productos. Para lograr la concentración deseada, el hipoclorito de sodio se prepara diluyendo la solución acuosa básica con una proporción especificada de agua limpia y transparente, a fin de alcanzar la concentración final necesaria.
Las presentaciones sólidas (polvo o gránulos) de hipoclorito también se consiguen en muchas partes. Esas presentaciones vienen como hipoclorito de gran calidad (HTH) concentrado (65 a 70%) y como cloro o hipoclorito de calcio en polvo (35%).
Para obtener la concentración deseada, el peso (en gramos) de hipoclorito de calcio que se debe agregar por litro de agua se puede determinar mediante la fórmula adecuada.
El cloro puede degradarse rápidamente en las soluciones, lo cual depende de la fuente del elemento y las condiciones ambientales, por ejemplo, la temperatura ambiente y la exposición a luz UV. Las soluciones de cloro tienen que guardarse en recipientes opacos, en una zona bien ventilada y a cubierto que no esté expuesta a la luz solar directa.
Las soluciones de cloro tienen la mayor estabilidad a un pH elevado (>9) pero las propiedades desinfectantes son más intensas a un pH menor (<8). Se ha demostrado que las soluciones de cloro al 0,5 y 0,05% se mantienen estables por más de 30 días a temperaturas entre 25 y 35 °C cuando el pH es superior a 9. Sin embargo, las soluciones de cloro con un pH más bajo se conservan por mucho menos tiempo.
Por todo lo anterior, siempre que sea posible las soluciones de cloro deberán prepararse cada día. Si esto no se puede hacer y la solución de cloro tiene que usarse por varios días, hay que someterla a prueba diariamente para cerciorarse de que la concentración de cloro se mantiene. Hay varias pruebas para valorar la concentración de cloro; en orden decreciente de exactitud son la titulación química, la espectrometría o colorimetría química, las escalas cromáticas y las tiras reactivas.
Fuente: OMS, Limpieza y desinfección de las superficies del entorno inmediato en el marco de la COVID-19, Orientaciones provisionales, 15 mayo 2020.
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