En una presentación del 1er Seminario de Conservación Auditiva organizado por 3M, María Teresa Jolay, médico ocupacional, explica los cinco factores predisponentes en la exposición a ruido.
El primer factor es la intensidad. En principio, es muy difícil encontrar el silencio total porque si no existiese algún ruido en el ambiente, el propio latido cardiaco sería percibido como uno. Hablar despacio aproximadamente se realiza a 40 DB, y de manera eufórica a 50 o 60 DB. Ruidos intensos pueden llegar a 130 DB, como el caso de explosiones.
El segundo factor es el tiempo de exposición. Existen diferentes normas y recomendaciones sobre los límites permisibles. Entre ellos se encuentran la norma de ergonomía, los lineamientos de la ACGIH, el reglamento de seguridad en minería. En general, el máximo permisible se encuentra en 85 DB por un período de 8 horas. La dosis de ruido no puede sobrepasar esta cantidad.
Sin embargo, las medidas de prevención no solo deben considerar las horas al día, sino también la cantidad de años en que se mantiene dicha exposición. Una persona que trabaja a 85 o 95 DB sin protección puede sufrir una pérdida de la audición en unos 4 o 5 años en promedio, aunque puede ser en menor tiempo si hubo períodos con intensidades mayores. También hay trabajadores que están expuestos a vibraciones y químicos que potencian el daño auditivo. Estos factores en conjunto deben formar parte del diagnóstico para determinar una hipoacusia por ruido.
Un tercer factor es el tipo de ruido. En el caso del ruido continuo, una sala de máquinas o un taller textil casi siempre funciona a una misma intensidad, entre 85 y 90 DB, pero no se detiene en ningún momento. Estos casos son peligrosos porque el oído necesita un tiempo recuperación, por lo menos una pausa de 20 minutos para reducir el impacto. El ruido de impacto, muy intenso o brusco genera una vibración que, dependiendo de su intensidad, puede desarticular los huesecillos del oído y generar daños en la estructura y células ciliadas.
El cuarto factor es la distancia de la fuente sonora. Es importante considerar que la identificación de la fuente puede estar vinculada incluso a actividades que no realizan los trabajadores. Si bien el monitoreo es por puesto de trabajo se debe considerar todas las fuentes posibles que afecten al trabajador. Por ejemplo, un operador que manipula una herramienta genera un ruido que afecta a su compañero de al lado, aunque este no maneje dicha herramienta, por la cercanía, está expuesto al ruido. También se puede generar un ruido reflejo si es que estamos en habitaciones muy cerradas o ambientes muy pequeños. En general, el ruido puede actuar de diferentes formas en el momento en que se presenta.
Finalmente, el quinto factor es la sensibilidad individual de cada trabajdor. Es importante detectar que tan susceptible es el trabajador y determinarlo vía el examen médico de ingreso. Muchas empresas no realizan este examen y desconocen la sensibilidad del trabajador, a pesar de que es un factor clave al momento de establecer las medidas de prevención. De igual manera, es necesario saber si es un trabajador o trabajadora con hipertensión, tiene diabetes o se encuentra en gestación. Son personas que por su condición son más susceptibles al ruido.
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