El dolor, el duelo, la impotencia, la aflicción, la frustración y el resentimiento son los sentimientos más comunes entre la población afectada que van a irse manifestando con mayor o menor intensidad conforme pasan los días, las semanas y los meses.
Los grupos vulnerables
Las mujeres, los niños y los ancianos son los grupos más vulnerables durante una situación de desastre; las primeras por su condición en el caso de estar embarazadas, que hayan acabado de dar a luz, que se encuentre lactando o que tengan a su cuidado niños muy pequeños; los segundos por depender de sus madres o familiares y no poder expresar sus emociones como los adultos; y los últimos por sus limitaciones físicas o enfermedades crónicas incapacitantes. Uno de los grupos más vulnerables y al que en situaciones de emergencias o desastres no reciben debida importancia son los niños.
Luego de ocurrir un desastre, es posible que se observe un cambio en el comportamiento de los niños. Estas son reacciones normales y, por lo general, duran poco tiempo. A continuación, una lista de problemas que podrían notar en ellos, luego de un desastre.
- Perturbación por la pérdida de su juguete favorito, que los adultos podrían considerar insignificante, para el niño es muy importante.
- Un cambio de ser callado y obediente por ruidoso y agresivo o de lejanía asustado. Se disgusta con facilidad y se pone lloroso.
- Temor excesivo a la oscuridad, a la separación o a estar solos, así como pesadillas por la noche, miedo a que el evento vuelva a ocurrir y se asustan con el viento, lluvia o ruidos fuertes.
- Pérdida de confianza en los adultos después de todo, ellos no pudieron controlar el desastre.
- Regresiones como orinarse en la cama, chupar dedo.
- Apego excesivo a los padres, miedo a las personas desconocidas.
- Preocupación por el lugar donde ellos vivirán.
- Sentimiento de culpabilidad. Ellos creen que causaron el desastre por algo que dijeron o habían hecho.
- Presentan síntomas de enfermedades como dolores de cabeza, vomito o fiebre.
- Falta de deseos de ir a la escuela.
- Cambios en los hábitos de comer o dormir.
La reconstrucción
Oliver Smith (1984) sostiene que en una devastación en gran escala, el proceso de reconstrucción puede durar casi indefinidamente, Cuny (1983) señala que la reconstrucción después de un desastre se puede medir de cuatro maneras:
- Recuperación emocional de las víctimas.
- Recuperación económica, que incluye el reemplazo del ingreso perdido, la restauración de empleos y/o medios de producción y restauración de los mercados.
- Reemplazo de pérdidas físicas, que incluye el reemplazo del ingreso perdido, la restauración de empleos o medios de producción y restauración de los mercados.
- Reemplazo de oportunidades.
La forma como se atiende el problema tiene una relación directamente proporcional con la capacidad de recuperación posterior de la población. Anderson y Woodrow (1991) manifiestan que, cuando menos capaz sea una comunidad de participar en su propio alivio y proceso de rehabilitación por razones internas o externas, más probabilidad habrá de que surja un problema de dependencia a largo plazo que inhiba la culminación exitosa del proceso de reconstrucción. De esta forma se debe evitar las formas de cooperación y suministros de ayuda que minen la autoestima, comprometan la integridad de la comunidad y creen patrones de dependencia.
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