La evaluación de riesgos es una tarea constante que debe ser continuamente mejorada para evitar accidentes laborales y la paralización de la productividad, además de las investigaciones de rigor y las multas por parte de las autoridades competentes. Una de las mejores manera de estar al día es revisando los manuales que ya existen y son de dominio público. Echemos un vistazo a lo que ha preparado la Administración de la Comunidad de Castilla y León (España) sobre la evaluación de riesgos para salvaguardar la integridad de sus empleados públicos.
Acerca de la identificación de peligros y su valoración, hay que ser conscientes que existen riesgos que razonablemente pueden ser evitados, y cada riesgo es detectado según cada puesto de trabajo. Lo recomendable es redactar una ficha de evaluación de riesgos según los responsables de cada área, incluyendo los riesgos existentes y su valoración para determinar la urgencia de cada uno.
La información recogida es clave para la planificación de las actividades preventivas, tanto de forma puntual como periódica. Estas actividades pueden variar desde controles a adoptar y evaluaciones adicionales específicas hasta mediciones ambientales, cursos de formación, etc.
A la hora de estimar riesgos para cada peligro, habrá que determinar la potencial severidad del daño (consecuencias) y la probabilidad de que ocurra el hecho. Recomendamos seguir las siguientes indicaciones solo en caso de que no haya una reglamentación específica sobre la gravedad del riesgo.
Ligeramente dañino
– Daños superficiales: cortes y magulladuras pequeñas
– Molestias: dolor de cabeza e irritación
Dañino
– Quemaduras, conmociones, torceduras, fracturas menores, etc.
– Sordera, dermatitis, trastornos musculoesqueléticos, enfermedades que conduzcan a incapacidad menor.
Extremadamente dañino
– Amputaciones, fracturas mayores, lesiones múltiples y fatales, etc.
– Cáncer, enfermedades agudas y que acorten severamente la vida.
Respecto a las probabilidades de que ocurran, las variables son baja (ocurrirá rara vez), media (ocurrirá algunas veces) y alta (ocurrirá siempre o casi siempre).
Siguiendo estos conceptos, los niveles de riesgo pueden clasificarse de la siguiente manera:
- Trivial: no requiere acción específica.
- Tolerable: no necesita mejorar la acción preventiva, pero sí una revisión a soluciones más rentables. Su prioridad es baja.
- Moderado: se deben dedicar recursos a reducir el riesgo y las medidas deben implementarse por un período determinado. La prioridad es alta.
- Importante: no se debe comenzar las actividades laborales hasta que se haya reducido el riesgo. Si el riesgo forma parte del trabajo en sí, debe remediarse el problema en un tiempo menor al riesgo moderado. Su prioridad es muy alta.
- Intolerable: la actividad no se realiza hasta que se reduzca el riesgo. De no ser así, incluso con la disposición de recursos ilimitados, el trabajo deberá prohibirse. La prioridad es inmediata.
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