A estas alturas de la pandemia por COVID-19, los trabajadores están al tanto de los protocolos de bioseguridad. Ya resulta familiar saber la importancia de las mascarillas, la distancia social y los primeros síntomas para identificar quiénes deberían trabajar en casa o solicitar el descanso médico, ¿pero qué tanto sabemos sobre la eficacia de cada medida de bioseguridad? Con el tiempo, la comunidad científica ha descubierto que algunas simplemente daban la impresión de un ambiente libre de COVID-19 y otras se han vuelto una garantía de seguridad para los trabajadores.
Un estudio publicado en la revista Aerosol Science and Technology revela más detalles sobre la eficacia de las mascarillas, las polainas para el cuello y los protectores faciales para reducir la expulsión de aerosoles generados por la tos. Los hallazgos hacen que se replantee los artículos que supuestamente hacen el mismo trabajo que una buena mascarilla médica.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que los protectores faciales y las polainas para el cuello como dispositivos de control son limitados. El experimento consistió en evaluar el rendimiento de las cubiertas faciales simulando el aerosol expulsado por la tos con una cabeza de piel flexible. El tamaño de las partículas fue de entre 0 a 7 µm para un mayor realismo.
El estudio mostró que la mascarilla N95 bloqueó el 99% del aerosol para la tos, con una desviación estándar (DE) del 0.3%, siendo la mejor de las cubiertas evaluadas. Después sigue la mascarilla de procedimiento médico con un bloqueo del 59% (DE 6,9%), la mascarilla de tela de algodón de 3 capas con el 51% (DE 7,7%) y la polaina de poliéster con 47% (SD 7,5%) en caso de una sola capa y al 60% (SD 7. 2%) en caso de plegarla para hacer dos capas. El protector facial quedó al final al bloquear solo el 2% (SD 15,3%) del aerosol.
«Nuestros resultados sugieren que las mascarillas faciales y las polainas para el cuello son más efectivas que las pantallas faciales como dispositivos de control para reducir la expulsión de aerosoles respiratorios al medio ambiente como medida de salud pública para reducir la transmisión comunitaria», concluyeron.
La publicación también precisa que la cantidad y el tamaño de las partículas de aerosol que contienen SARS-CoV-2 aún no se conocen. Además, las cubiertas faciales solo son capaces de recoger las partículas respiratorias de más de 0,3 µm, y principalmente por impacto e interceptación de las partículas de aerosol contra las fibras o las superficies sólidas de la cubierta. A esto se suma la desviación del aerosol causada por la mascarilla, haciendo que el aerosol infeccioso esté en el entorno circundante.
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