Las primeras plataformas petrolíferas que se instalaron en los años 60 estuvieron Estados Unidos. En la llamada ‘cultura Texas’ los accidentes formaban parte de la identidad de los trabajadores que se llaman a sí mismos roughnecks.
Los accidentes menores era una medalla, formaban parte del juego. Se producían unos 70 accidentes por cada 1000 días de trabajo, pero es probable que ese número fuera muy superior.
El 27 de marzo de 1980 se produjo la catástrofe de la plataforma Alexander L. Kielland en la que murieron 123 trabajadores. A partir de ahí las cosas empezaron a cambiar. Se emitieron directivas, se impartieron cursos de seguridad y se mejoraron algunos equipos de perforación, pero no todas las plataformas adoptaron los nuevos sistemas. Las que lo adoptaron son menospreciadas como “Welfare” por quienes se mantienen en el sistema “Texas” y los roughnecks que trabajan en ellas son ridiculizados como softnecks. En los años 90 se introdujeron nuevos sistemas de gestión de la seguridad. Los roughnecks despreciaban y saboteaban esos sistemas y los califican de burocráticos.
A finales de los 90’ los sindicatos señalaron un empeoramiento de la seguridad debido a que la dirección se ha vuelto muy complaciente y confiada en que los sistemas de gestión, por sí mismos, garantizaban la seguridad. El conflicto alcanzó su punto álgido en el verano del 2000 hasta que en diciembre de ese mismo año un accidente causó la muerte a un trabajador.
La PSA (Petroleum Safety Authority) de Noruega promovió la solución cultural. Se crearon en todas las compañías petroleras programas de promoción de la cultura preventiva.
Dos encuestas, en 2001 y 2003, corroboraron el cambio positivo: en 2001 un 47,6% de los roughnecks afirmaban sentirse presionados para trabajar al margen de su seguridad, porcentaje que baja al 23,6 en 2003. Quienes admiten saltarse las reglas de seguridad para acabar el trabajo rápidamente se reducen del 51,2% al 33%.
En 2005 se entrevistó al equipo de una plataforma que había conseguido buenos resultados en seguridad. Tanto la dirección como los trabajadores atribuyeron los buenos resultados al programa de mejora de la cultura preventiva. Los trabajadores percibieron que la dirección era sincera en su compromiso por la seguridad y que esta era un objetivo prioritario por encima de la producción.
En el período 2001 a 2004 los accidentes graves descendieron en un 50%, así lo reseñan Preben Hempell Michael Bram y Ortwin Renn en su libro Risk Gobernance of Offshore Oil and Gas Operations, publicado por la Universidad de Cambridge.
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