El coronavirus ha puesto a prueba el sistema sanitario de todo el mundo. Los médicos y enfermeras están al frente de la línea de batalla, corriendo el riesgo de ser contagiados con el COVID-19. Esto nos lleva a la pregunta si es que, en alguna otra crisis, nos quedaremos sin personal suficiente en los establecimientos de salud.
En marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, los estados miembros acordaron la cobertura sanitaria universal para 2030, por lo que se requerirá de un mayor número de médicos, enfermeras y personal no sanitario -como administradores, conserjes, asistentes sociales, entre otros- en el sistema de salud pública.
La base de datos del ILOSTAT revela que hay distintas dificultades en la ejecución del proyecto según la estabilidad económica de cada país. Los países de altos ingresos tienen en conjunto casi 12 veces más personas empleadas en el sector de la salud que los países de bajos ingresos.
La misma desigualdad sucede con el acceso a los servicios de salud. Los países de altos ingresos, como Alemania, Noruega, Suiza y Estados Unidos, lideran el ranking. En las naciones con bajos ingresos, la población en zonas rurales no tienen acceso a la salud pública por falta de trabajadores sanitarios.
Aún con las cifras a favor de los países con altos ingresos, cuya media de empleados sanitarios es superior al promedio mundial de 174 trabajadores por cada 10 000 personas, el coronavirus ha demostrado que la cantidad de médicos y enfermeras no es suficiente. Los Equipos de Protección Personal (EPP), protocolos de seguridad y salud ocupacional resultaron igual de importantes en una situación crítica.
El COVID-19, por lo tanto, prueba que hay carencias en los sistemas de salud del primer mundo, a pesar de la comparativa con el resto de países. Para aumentar el número de personal sanitario a nivel global, así como para mejorar las políticas laborales y hacer de la medicina una oferta atractiva, la OIT, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) confeccionaron el Programa de Trabajo para la Salud en 2017, cuyo objetivo es aumentar la fuerza laboral sanitaria para el futuro.
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