En el delicado equilibrio entre la víctima de una emergencia y la atención médica especializada, hay una compleja red de profesionales, protocolos y procesos que son esenciales para garantizar una respuesta eficaz en situaciones críticas. Cada eslabón de esta cadena desempeña un papel crucial en la atención de emergencias, y es un procedimiento que las empresas deben conocer para garantizar la SST de los operadores.
A continuación compartimos información básica sobre los eslabones de la cadena de socorro según la guía de buenas prácticas «Primeros auxilios en la empresa: organización», elaborado por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España.
Los testigos
Existen tres tipos de posibles testigos de un accidente laboral:
● Testigo ordinario: sin preparación ni formación e influenciable por la emoción y el pánico. No sabe qué mensaje ha de transmitir y puede olvidar incluso señalar el lugar del accidente.
● Testigo privilegiado: con una formación adecuada; es capaz de hacer una valoración global de la situación, sabe avisar de forma eficaz y se mantiene tranquilo.
● Testigo profesional: ha sido formado y entrenado específicamente para vigilar, detectar y alertar (guardias, personal de seguridad, vigilantes de proceso…)
Ni que decir tiene que la mayoría de los testigos en la empresa son del tipo ordinario, con lo que la transmisión de la alerta no estará ni mucho menos asegurada redundando en retrasos innecesarios, asistencia inadecuada y, en último extremo, pérdidas humanas.
PAS
Lo más conveniente es que cada uno de los trabajadores estuvieran informados (carteles informativos, charlas informales, folletos explicativos, etc.) sobre lo que en primeros auxilios se conoce como PAS, una sigla con las iniciales de tres actuaciones secuenciales para empezar a atender al accidentado:
● P de PROTEGER: antes de actuar, hemos de tener la seguridad de que tanto el accidentado como nosotros mismos estamos fuera de todo peligro. Por ejemplo, ante un ambiente tóxico, no atenderemos al intoxicado sin antes proteger nuestras vías respiratorias (uso de máscaras con filtros adecuados), pues de lo contrario nos accidentaríamos nosotros también.
● A de AVISAR: siempre que sea posible daremos aviso a los servicios sanitarios (médico, ambulancia…) de la existencia del accidente, y así activaremos el Sistema de Emergencia, para inmediatamente empezar a socorrer en espera de ayuda.
● S de SOCORRER: una vez hemos protegido y avisado, procederemos a actuar sobre el accidentado, reconociendo sus signos vitales: 1. Conciencia, 2.Respiración y 3. Pulso, siempre por este orden.
No es necesario que todos los trabajadores sean entrenados como testigos privilegiados. Como mínimo los responsables de grupo (jefes de taller, mandos intermedios, encargados,etc.) así como aquellos que trabajan en zonas de riesgo deberían recibir una formación más específica.
El contenido mínimo de la formación debería ser el siguiente:
- Definición de alerta y su importancia en los primeros auxilios
- Descripción de todos los eslabones de la cadena de socorro (funciones, números de teléfono…)
- Formas de avisar: teléfonos, alarmas…
- Mensaje tipo: lugar, lesiones, número de accidentados…
- Ejercicios prácticos en la empresa.
El/la telefonista de la empresa
En algunas empresas un paso obligado para contactar con los servicios externos es el/la telefonista. Siempre que exista este eslabón se le deberá incluir en el grupo de testigos privilegiados. De él/ella depende la transmisión rápida, correcta y eficaz de la solicitud de ayuda.
El/la socorrista
No es posible concretar cuántos socorristas se requieren por número de trabajadores. El «número suficiente» dependerá de otros muchos factores. A modo de guía, a la hora de decidir cuántos socorristas formar, deberemos tener en cuenta:
- El número de trabajadores
- La estructura de la empresa (superficie, naves, plantas…)
- La distribución de los trabajadores en la empresa.
- El tipo de trabajo: el/los riesgos existentes ; situaciones de aislamiento ; trabajos fuera de la empresa…
- Los turnos de trabajo
- La distancia (en tiempo real) de los servicios médicos externos
- Las posibles ausencias por enfermedad, vacaciones…
En todo caso se debería disponer en cualquier momento en la empresa de una persona encargada de la actuación en situaciones de emergencia.
Una cifra orientativa para situaciones de riesgo bajo (ej. oficinas) sería de un socorrista por cada 50 trabajadores por turno (considerando siempre la necesidad de disponer de socorristas suplentes). Este número debería considerarse como mínimo en el resto de situaciones. A veces, es conveniente disponer de dos socorristas por grupo de trabajo (ej. trabajo con máquinas o herramientas peligrosas).
La formación en socorrismo laboral debe gravitar alrededor de las siguientes premisas:
- El socorrista laboral será voluntario.
- El socorrista laboral deberá tener, además de los conocimientos básicos y generales, una formación específica en relación a los riesgos existentes en la empresa.
- El socorrista laboral deberá recibir periódicamente cursos de reciclaje.
Los otros eslabones
El testigo, la telefonista, el socorrista: todos ellos son eslabones pertenecientes a la empresa. Por su parte, el personal de la ambulancia, el equipo médico de urgencias y el personal del hospital son eslabones exteriores. La diferenciación no supone una traba para una actuación eficaz, porque cada uno de ellos sabe quién va después y quién le precede, procurando que la información se transmita de forma clara y concisa.
Puedes acceder a este enlace para leer el contenido completo de la guía.
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