Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, la OIT lanza un nuevo informe donde examina y aprovecha los 100 años de experiencia de la Organización en materia de prevención de ese tipo de garantías laborales y donde expone sus problemas emergentes.
“Así como observamos una mayor prevención para los riesgos reconocidos, también constatamos profundos cambios en nuestros lugares de trabajo y en la manera en que trabajamos. Necesitamos estructuras de seguridad y salud que reflejen estos cambios, junto a una cultura general de prevención que fomente una responsabilidad compartida”, declaró Manal Azzi, especialista sobre seguridad y salud en el trabajo de la Organización.
Los peligros de la conectividad
Azzi también destacó que el 36% de los trabajadores trabaja más de 48 horas semanales debido a un incremento de la conectividad.
“Varias personas trabajan con diferentes medios, como teléfonos o computadoras portátiles que se pueden llevar a todas partes. Internet está disponible para todos, y las llamadas telefónicas globales, las llamadas de Skype permiten la conectividad de las personas en todo momento”.
Una de las consecuencias de esta hiperconectividad son los efectos en la salud mental que afecta al balance entre la vida laboral y la de fuera del trabajo “ya que no hay descanso”.
“Cada vez más se pide una mayor entrega a las personas. No tienen tiempo para descansar mentalmente o tener otras ocupaciones o tiempo para sus actividades de ocio”, destacó.
Esta situación, añadió Azzi, afecta más a las mujeres ya que tienden a hacer múltiples tareas al mismo tiempo, pese a que la fuerza laboral femenina es inferior a la masculina.
Cuatro fuerzas impulsoras del cambio
De igual modo recordó que el mundo laboral está cambiando gracias a la tecnología, la digitalización, la inteligencia artificial y la robótica. Una tendencia que conlleva una parte positiva como es el abandono de los trabajos contaminantes, pero que también “provoca nuevos riesgos que no habíamos encontrado antes”.
Estas nuevas preocupaciones en la salud y seguridad en el trabajo se vehiculan a través de “cuatro grandes fuerzas transformadoras” que servirán para impulsar un cambio y oportunidades para progresar: la tecnología, la demografía, el desarrollo sostenible y los cambios en la organización del trabajo.
“Para la OIT es muy importante que la comunidad internacional, los países, las empresas, los trabajadores estén preparados para, no solo conocer los problemas que se acercan, sino también para poner en práctica programas de acción que puedan llevar a una situación en que finalmente las cifras, que son todavía muy grandes, de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales puedan comenzar a reducirse”, afirma el jefe interino de Seguridad y Salud Ocupacional, Joaquim Pintado Nunes.
La tecnología puede afectar a la salud psicosocial y producir nuevos riesgos desconocidos para el bienestar. En cambio, si se aplica correctamente, puede contribuir a reducir las situaciones peligrosas, facilitar la formación y la inspección del trabajo.
La importancia de los cambios demográficos ya que los trabajadores jóvenes tienen tasas significativamente altas de lesiones laborales, mientras que los trabajadores mayores necesitan prácticas de adaptación y equipo para trabajar con seguridad. Por su parte, las mujeres son más propensas a tener arreglos de trabajo no convencionales y tienen un mayor riesgo de padecer trastornos musculoesqueléticos.
El desarrollo y el cambio climático comportan riesgos como la contaminación atmosférica, el estrés térmico, las enfermedades provocadas por los cambios en las condiciones meteorológicas y de temperatura que pueden provocar la pérdida de puestos de trabajo. A su vez, se crearán nuevos puestos de trabajo gracias al desarrollo sostenible y la economía verde.
Los cambios en la organización del trabajo pueden generar una flexibilidad que permita incrementar el número de población activa pero también pueden ocasionar problemas psicosociales y un número excesivo de horas de trabajo.
Seis propuestas para mejorar
Ante estos desafíos, el estudio propone seis ámbitos a los cuales los responsables políticos y otras partes interesadas deberían dar prioridad.
En primer lugar, se deben realizar mayores esfuerzos para prevenir los nuevos riesgos para la seguridad y la salud relacionados con el trabajo (1), adoptar un enfoque más multidisciplinario (2) y fortalecer los vínculos con la salud pública (3).
Al mismo tiempo se necesita mejorar el conocimiento por parte del público sobre las distintas implicaciones de la seguridad y la salud en el trabajo (4), y reforzar las normas internacionales y las legislaciones nacionales laborales (5), una situación que requiere una colaboración más estrecha entre los gobiernos, los trabajadores y los empleadores (6).
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