La pandemia de COVID-19 ha hecho varios cambios en la rutina de los trabajadores. La vida sedentaria y los errores de postura parecen cosas insignificantes frente a la crisis sanitaria; sin embargo, los trastornos musculoesqueléticos están en la mira de las principales agencias de salud internacional.
La Agencia de la Unión Europea para la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (EU-OSHA) ha lanzado una campaña contra los trastornos musculoesqueléticos, que son las causas más comunes de incapacidad laboral, baja por enfermedad y jubilación anticipada.
Annamaria Somji, directora del Centro Nacional de Medicina de la Columna Vertebral, enfatizó que «para reducir los trastornos musculoesqueléticos en adultos, el trabajo de información y prevención debe comenzar desde la infancia (…) Si hacemos suficiente ejercicio todos los días como niños, estamos acostumbrados a la posición correcta, podemos prevenir y retrasar el inicio del proceso que conduce al desarrollo de la enfermedad degenerativa de la columna”.
El efecto de un estilo de vida sedentario ha llevado a una prevalencia significativa de errores de postura entre niños y adultos jóvenes, con un 62% ocurriendo desde la edad preescolar y la situación solo empeora durante los años escolares. La condición humana es un mecanismo que se desarrolla en la niñez, por lo que se deben realizar esfuerzos para desarrollar, mantener y corregir una correcta supervivencia temprana en la vida si es necesario.
“Así como el cepillado de los dientes no se puede detener con el tiempo, nuestros músculos deben estar ocupados con regularidad, de lo contrario, comenzarán a atrofiarse rápidamente. No solo es necesario tratar los músculos centrales, sino que otros músculos, incluso los músculos pequeños, también juegan un papel importante”, asegura la Sociedad Húngara de Medicina de la Columna Vertebral.
La educación física diaria debe gustar más a los niños y los padres deben participar mejor. A esto se suma que no se ha logrado mejorar la transmisión de conocimientos sobre salud. «Uno de los efectos negativos de la epidemia de COVID-19 es que nos movemos menos, hacemos menos ejercicio, la gente aumenta de peso y tanto niños como adultos tienden a usar computadoras y teléfonos inteligentes. Vale la pena saber que la obesidad no solo aumenta el riesgo de muchas enfermedades, sino que también cambia drásticamente la situación vital y la actitud», concluyó Somji.
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